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El origen del miedo

Si fuéramos capaces de mirar cara a cara a nuestra mente inconsciente y preguntarle cuál es su principal, por no decir único, objetivo, ésta respondería rápido y sin dudar: sobrevivir.

Ni ser feliz, ni tener una vida plena, ni ser millonario, ni formar una familia maravillosa…

Nada de eso. Su objetivo es sobrevivir. Cueste lo que cueste.

Y para conseguir dicho objetivo debe protegerte de todo peligro. Sea el que sea. Siempre está alerta.

Y está tan alerta que, si no hay un peligro real, se lo inventa.

Recuerda la famosa frase de Séneca:

“A menudo sufrimos más en la imaginación que en la realidad”.

Y es que, en su afán por protegernos nuestra mente es capaz de inventar toda clase de calamidades y miedos.

Miedos muchas (muchísimas) veces, infundados. Porque son solo fruto de nuestra imaginación y nunca llegarán a materializarse.

Y es ahora, cuando surge una de las preguntas que con más frecuencia escucho al hablar de este tema: “Cómo puedo deshacerme de mis miedos?” O su variante, también bastante popular, “¿Cómo puedo dejar de tener miedo?”

La respuesta es bien sencilla:

No se puede.

Es algo innato en todo homo sapiens sapiens.

Popularmente se define al ser humano como un ser racional, pero creo que no estaría mal añadir “y con miedos” a esa definición.

Porque esa capacidad de augurar los peores escenarios futuros posibles, y ponernos en alerta ante ellos, es algo característico, en exclusiva, de los seres humanos.

Pero no está todo perdido.

Si estás leyendo esto, es porque eres una persona curiosa, inquieta y te interesa lograr una versión mejorada de ti. Así que, ¿qué te parece si, ahora sí, entramos en materia y te presento una excelente herramienta para hacer frente a los miedos?

Porque lo que sí podemos hacer es, aprender a racionalizar nuestros miedos para gestionarlos de otra manera y enfrentarlos con decisión.

Para ello vamos a utilizar la herramienta estoica conocida como Premeditatio Malorum.

Que un latín más moderno sería algo así como Premeditación de los males.

Racionalizar los miedos

Esta herramienta te resultará de gran utilidad cuando, algún miedo te bloquee y sientas que te frena a la hora de tomar acción.

En términos sencillos se trata de visualizar las peores situaciones posibles.

Ponerte en lo peor de lo peor. Para ver así qué es lo que impide tomar acción y puedas actuar en consecuencia.

Es un ejercicio que puedes hacer en cualquier momento y situación. No necesitas ningún tipo de material, pero, si me permites darte un consejo, cuando se trate de “problemas” grandes, ponlo por escrito.

A esta herramienta la llamo “Racionalizar los miedos”. 

¿Recuerdas que en Esinec siempre te decimos que se debe definir bien una meta antes de lanzarte a por ella?

Pues esto no es lo mismo. Pero tiene algo que ver. ;p

Para “Racionalizar tus miedos” vas a realizar 5 pasos.

Pero antes de empezar a racionalizar tus miedos, primero tienes que hacerte la gran pregunta: “¿Qué pasa si yo…?”

Y aquí vas a pensar en eso que te genera miedo o te causa ansiedad.

Cualquier cosa o situación.

Desde invitar a alguien a salir, empezar un nuevo proyecto profesional, terminar una relación, pedir un aumento de sueldo, renunciar a un proyecto, lo que sea.

(Pondré un ejemplo, con el fin de que se vea un poco más claro).

¿Qué pasa si yo…dejo mi actual trabajo para emprender mi propio proyecto?

Paso 1. “Definir”

Este es el primer paso del ejercicio como tal. Se trata de hacer un listado, por eso te recomiendo hacerlo por escrito, porque más sencillo a nivel visual, de las peores cosas que pudieran ocurrir si llevas a cabo tal acción.

Mi invitación es, a que escribas o pienses, en el mayor número de desenlaces negativos posibles que se pudieran dar.

Si escribes veinte, mejor que quince, y si son quince, mejor que diez.

Para simplificar el ejemplo que te di, voy a plantear un par de situaciones posibles.

  1. Que mi proyecto no funcione como esperaba y sea un fracaso.
  2. Que gaste todos mis ahorros con el proyecto y me quede sin dinero.

Una vez hayas terminado de “definir” todas las situaciones pasamos al siguiente punto.

 

Paso 2. “Prevenir”

En este segundo paso, vas a responder a la pregunta “¿Qué puedo hacer yo para evitar cada una de las anteriores situaciones, o por lo menos, para disminuir la probabilidad de que ocurran, por poco que sea?”.

Siguiendo con el ejemplo que te puse:

  1. En lugar de esperar a tener todo el proyecto desarrollado, con el tiempo y esfuerzo que eso conlleva, puedo hacer una versión beta. Es decir, una versión de prueba más pequeña y ver cómo funciona, antes de dejar del todo mi actual trabajo.
  2. Estaría bien hacer un análisis de mi situación financiera, una previsión de gastos, y pedir algún préstamo para contar con más capital a mi disposición.

(Como ves, son todo cosas que están dentro de mi área de influencia, recuerda la dicotomía de control, de la que te hablé en el anterior artículo).

Paso 3. “Reparar”

Una vez que hemos pensado en las peores situaciones, hemos ideado posibles alternativas para no acabar en ellas, el siguiente paso para racionalizar los miedos, consiste en pensar la manera de reparar el daño en el que caso de que se diera.

Para ello, debemos responder a la siguiente pregunta: “¿qué se puede hacer para reparar el daño, aunque sea mínimamente, o a quién puedo pedir ayuda?”

  1. Si el proyecto no sale como esperaba y no sale adelante, puedo pedir feedback sobre lo que no ha funcionado para aplicar mejoras e intentarlo de nuevo.
  2. Si me quedo sin ahorros, podría buscar algún trabajo que me permita tener algún ingreso y volver a casa de mis padres, para así reducir gastos temporalmente.

Paso 4. "Beneficios"

El cuarto paso consiste en hacerte una simple, pero poderosa pregunta:

¿Cuáles serán los beneficios de, al menos, haberlo intentado?

Es decir, si lo intentas y no lo consigues, ¿qué es lo bueno que puedes sacar de ello? Porque algo positivo puedes sacar.

Si te lanzas a por algo que te daba miedo, incluso aún a pesar de que no consigas tu principal objetivo, estoy seguro, de que al menos logras algo de confianza en ti mismo, desarrollas o potencias alguna nueva habilidad, o quizás adquieres nuevos conocimientos.

Así que como mínimo, te llevas un valioso aprendizaje.

Dedícale entre 10 y 15 minutos a pensar en eso. Verás qué sorpresas te llevas.

El último paso se llama:

Paso 5. “El coste de la inacción”

Llegamos al final de ejercicio, y a uno de los puntos más importantes.

Los seres humanos somos muy buenos a la hora de pensar en lo que podría salir mal si intentaos algo nuevo. Como dejar un trabajo o pedir un aumento.

En cambio, lo que no consideramos es el tremendo coste que conlleva el hecho de no cambiar nada. 

Por eso, te animo a que te hagas la siguiente pregunta:

Si no llevo a cabo esta acción o decisión, o acciones y decisiones similares, ¿cómo podría ser mi vida en 6 meses, 12 meses o 3 años?.

(A más largo plazo, para nuestra mente empieza a ser intangible y no produce el mismo efecto).

Y te invito a que pienses en ello con todo lujo de detalles.

Cómo sería tu vida a nivel emocional, financiero, familiar, etc.

Porque, retomando el ejemplo anterior, una persona que quiere dejar una actividad profesional para emprender un proyecto propio, lo hace porque su situación actual no le genera la misma ilusión que pensar en ese proyecto. Ni su futuro sería el mismo.

Así que piensa en qué sería de tu vida sin ni siquiera haberlo intentado.

Esa sensación de frustración, de haberte rendido antes de empezar, de conformismo…

Este ejercicio es realmente poderoso. Se puede aplicar también, con una pequeña variación, a la hora de tomar decisiones difíciles.

Antes de acabar el artículo quiero comentar dos cosas de gran relevancia.

La primera, agradecer al brillante escritor, emprendedor e inversor de Silicon Valley, Tim Ferriss, por su gran labor divulgativa. No sé si es el creador, pero gracias a él, he tenido la suerte de conocer esta poderosa herramienta y compartirla contigo ahora.

La segunda y no menos importante. Quiero aclarar que esto no es una panacea. En muchas ocasiones, vas a descubrir que tus miedos están justificados. Y mucho. Pero te invito a que incluso en esas circunstancias, no te conformes ni te resignes de buenas a primeras, sin haber filtrado antes ese miedo a través de este ejercicio.

Que tampoco va a convertir en fáciles las decisiones difíciles, pero las puede simplificar mucho.

Y recuerda, las decisiones fáciles llevan a una vida difícil y las decisiones difíciles llevan a una vida fácil.

 

¡Hasta el próximo artículo!

Juanjo Soldevilla

7 respuestas

  1. ¡Buenos días Juanjo! Me ha gustado mucho leerte, esta bien recordar de vez en cuando que las emociones, en este caso “El miedo” son inevitables y que podemos hacer cosas con ellas en nuestro propio beneficio; simplemente hay que dedicarlas el tiempo que se merecen, así como su espacio. Estoy muy alineada con todo lo que dices y la herramienta, a priori, me parece muy potente.
    La pondré en práctica.
    Aprovecho para desearte un FELIZ DÍA

  2. ¡Hola Juanjo! El artículo me parece muy interesante. Es innegable que los miedos nos bloquean a la hora de tomar decisiones. Sin embargo, existen muchas herramientas para afrontarlos. Las que tú propones en el artículo, son muy poderosas. Gracias por compartirlas.
    Un abrazo.

  3. Gracias por esta herramienta poderosa, no la conocía y me ha encantado. Es como mirar al miedo a pedacito, más de cerca y curarle por partes. Lo pondré en práctica y te animo a que sigas escribiendo porque nos ayudas muchísimo. GRACIAS!

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