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Antes de empezar, quiero dejar clara una cosa: lo que diré en este artículo no es la Verdad Absoluta. A mí no se me ha aparecido la Virgen y me ha dicho: “Manu, evangeliza al mundo”.

No. Simplemente ha habido a lo largo de la historia una serie de filósofos que han ido desarrollando una forma de pensar y yo los he estudiado a fondo. Para resumirlo rápidamente, podríamos decir que me baso en la filosofía humanista.

Así que te propongo algo: no me creas, pero tampoco rechaces lo que digo de entrada. Más bien, escucha y permite que las ideas entren en tu mente. Prueba cómo te sientes pensando de esta forma. Y luego quédate con lo que te resuene.

Dicho esto, quiero que sepas que estás viviendo la vida que has elegido vivir. Consciente o inconscientemente, has ido tomando decisiones que te han llevado hasta donde estás ahora mismo.

Y puedes estar pensando que eso no es así, que tú no elegiste la pandemia, que Filomena no ha sido decisión tuya, que tampoco has elegido a tus padres, que te criaron de una forma castrante porque siempre te decían que no valías para nada…

Seguro que tienes un buen montón de argumentos que justifican todas aquellas áreas de tu vida que no están como tú quisieras que estuvieran. Quizás incluso tienes justificaciones para aquellas áreas con las que sí te sientes bien.

Pero repito esta idea: estás viviendo la vida que has elegido, de forma consciente o inconsciente. Y añadiré algo más: y todo está perfecto tal como es.

Ahora tu ego probablemente ha saltado incluso más que antes: ¿¡cómo que todo es perfecto?! Seguro que has perdido seres queridos. Seguro que has pasado o estás pasando por una situación económica complicada y desagradable…

Así que, ¿cómo es posible que tú hayas elegido todo eso y que sea perfecto? Recuerda que sólo es una forma de pensar, no la Verdad Absoluta. Así que sigue leyendo, a ver si me sé explicar.

El primer principio espiritual del éxito es el Principio del mentalismo, que dice que “en el universo hay una sola mente que comprende todo lo que existe (incluidos tú y yo). Y esa mente es abundante, de forma que nada ni nadie puede privarte de tu abundancia porque forma parte de ti. Sólo requieres enfocarte en ella y no en la escasez”.

He entrecomillado el párrafo anterior porque lo he copiado íntegramente de uno de los pasajes de mi libro Maestría en Abundancia.

Fíjate en lo que dice: “en el universo hay una sola mente que comprende todo lo que existe”. Si hay una sola mente, hay una Consciencia Universal que es infinitamente más inteligente que cualquiera de nosotros, que somos solo una parte de esta.

Esa Consciencia Universal (que muchos llaman Dios, Universo, Vida…) es la que determina todo lo que sucede. Nosotros, los seres humanos, basándonos en una creencia de nuestro ego, pensamos que decidimos y que controlamos nuestras vidas. Pero ¿acaso es eso cierto?

¿Hasta qué punto puedes pensar que controlas tu vida si ni siquiera tienes el control de cuánto tiempo vas a vivir? Si no tienes garantías sobre lo que sucederá en el futuro, ni lo que pasará en tu entorno, ¿cómo piensas que tú controlas?

Y aquí viene la paradoja: te digo que vives la vida que has elegido pero que no controlas tu vida. ¿En qué quedamos?

Fíjate que dije que la habías elegido consciente o inconscientemente. Veamos de qué manera ese matiz resuelve la aparente paradoja…

Consciente o inconscientemente has elegido qué actitud tomar frente a los diversos acontecimientos de tu vida. Si, por ejemplo, tuviste unos padres que te atacaron en tu infancia, puede que decidieras que no valía la pena luchar por una vida mejor o puede que eso fuera el acicate para que te comprometieras al máximo, salieras de allí cuanto antes y construyeras una vida de éxito.

Además, como formas parte de esa Consciencia Universal, podemos decir que tú (junto con el resto del universo) has decidido que te sucediera todo lo que te ha ocurrido a lo largo de tu vida.

Así que no sólo has decidido cómo enfrentar lo que te pasaba, sino que, de alguna forma, decidiste que te sucediera eso y no otra cosa.

Todos elegimos en qué familia nacemos para trabajar ciertos aprendizajes en esta vida. Como si nuestra existencia fuera un videojuego, si aprendemos las lecciones que habíamos venido a aprender, entonces podemos pasar al siguiente nivel. De lo contrario, seguimos topándonos con la misma piedra hasta que aprendamos. Y esto puede suceder a lo largo de una vida o incluso repitiéndose en vidas futuras.

Bien, superado este primer punto (sé que es algo confuso), podemos pasar al segundo, que para mí es aún más importante: ¿de qué me sirve saber todo esto? Es decir, me gusta que el conocimiento sea aplicable, no sólo una especie de saber etéreo que de nada sirve.

Cuando aceptas que estás viviendo la vida que has elegido vivir y que todo está perfecto, dejas de resistir, dejas de luchar contra la realidad y, por tanto, dejas de sufrir.

Y ésa es la clave: no hemos venido a esta vida a sufrir sino a ser felices. Hemos venido a realizarnos, a amar, a entregar nuestro don al resto del mundo. Y para todo ello es importante aceptar la vida tal como es.

No hablo de aceptar desde la resignación. Todo lo contrario. Resignarte es pensar que no te gusta lo que hay, pero que no puedes hacer nada para cambiarlo. En cambio, aceptar es pensar que lo que hay es perfecto, y que puedes hacer muchas cosas para crear una realidad diferente, si la que hay no es la que quieres.

La diferencia es un matiz: desde la resignación tengo baja energía porque asumo mi impotencia (no puedo cambiar una realidad que no me gusta); desde la aceptación tengo energía alta porque sé que todo está perfecto, pero no me conformo con lo que hay, sino que tomo acción para crear lo que deseo.

Cuando aceptas que tú has elegido la vida que estás viviendo, también aceptas que tienes el poder para elegir algo diferente. Así que, en lugar de enfadarte con la vida, le agradeces las lecciones que te muestra y empiezas a crear lo que quieres para tu nueva vida.

Yo elijo es una de las afirmaciones más poderosas que existen porque te devuelve el poder que habías cedido resignándote a la vida que la Vida te manda.

La semana pasada hablaba de la gran pregunta: ¿Quién Soy? Esta cuestión me ayuda a aceptarme y a aceptar la realidad.

Esta semana le toca el turno a Yo elijo, que perfectamente podemos ver como el segundo paso para crear la vida que realmente soñamos tener. Espero que disfrutes de esta oportunidad de reflexión.

 

Feliz semana,

Por Manu Ramírez

Director General ESINEC

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